ENCIERROS HUARINOS

EL TORO GORY O EL RODEO EN LA PUNA.

Según comentarios, para el traslado de los animales bravos de las diferentes punas, existían personas que tenían esta pasión, hombres de aventura, valerosos, veteranos en esta actividad. Estos eran los encargados de ir a la puna, buscar a los animales que se encontraban dispersos, recogerlos, seleccionar los toros bravos y arrearlos desde la puna hasta la plaza de toros.

Entre estos personajes que podemos citar y que muchas veces pasaron por los peores episodios y que gracias a ellos se podían realizar las corridas de toros están: Eloy Picón, Marcelino Asencios, paticho Trejo, Alberto Acuña, Teófilo Márquez, ilipancho, Magno acuña, Eusebio Córdova, Cesar Añaños, Fernando Asencios, Fausto Ortega Valle, Marino Mendoza y otros quienes se encuentran anónimos en la historia de las corridas de toros de Huari. Estos valientes hombres eran los que se trasladaban con cinco o seis días de anticipación a la puna a ubicar el animal y traerlo. Sin ellos no había corrida.

Los Animales eran sacados de su habitad de su terruño; donde el toro era protegido por los abuilus, por los cerros, por los bosques; donde el animal era dueño este paisaje, del suelo, del aire, de su agua, donde el hombre se encontraba en desventaja, contando solo con la protección de un conglomerado de piedras, de un árbol de quishuar de un montículo de icho.

Según cuentan, la primera corrida de toros se dada en la puna donde el hombre tenían que someter a este animal dueño de su ecosistema para ser trasladado a un lugar donde tenía que demostrar su bravura.

Antiguamente a diferencia de hoy en día, la responsabilidad de hacer la corrida de toros, no solo recaía a una persona, sino eran varias personas. Un capitán y dos o tres comisarios. Meses antes el capitán y/o el comisario conversaban con el dueño del bravo el que tenía que venir a jugar a la plaza de toros en su nombre, para esto, invitaban al dueño de los animales a participar de un banquete que se conocía como el famoso nombre shimiquichay (acto protocolar para cerrar un negocio),banquete que consistía en un almuerzo donde se servía jamón, cuye ,caldo de gallina y como asentativo una buena chicha de jora llamado pisco, que les movía la cabeza y les soltaba la lengua, en ese momento el comisario explicaba los motivos de la reunión y quería ser servido con la donación de un toro bravo al cual el dueño ya no podía negarse porque ya había comido y bebido, simplemente aceptaba e indicaba las características del bravo que tenía que ser traído.

Cuando ya se aproximaba el día esperado, el día de la corrida de toros; los funcionarios de la corrida de toros empezaban preparase, para esto lo primero que hacían es mincacur (invitar) a los especialista a los conocedores en recoger y arrear los bravos desde las punas hasta la plaza de toros de; gente con experiencia por su continuo trajín en este que hacer taurino. Para el recojo y traslado de estos animales bravos, se tenían que movilizar más de cuarenta a cincuenta hombres con unos días de anticipación, todos provistos de su poncho que llevaban amarrado a la bandolera, algunos llevaban cabrestos (sogas largas tejidos de cuero de toro), otros llevaban chicotes. Para atender a este grupo humano, existía una comisión especial que se trasladaba junto a ellos con burros llevando todas las provisiones, esta provisiones contenía alimentos como panes, azúcar, café, harina de trigo (punqui), carne (charqui, jamón, cuyes fritos), cancha de maíz, habas (shacui o tamush), preparado con anticipación por la comisión de mujeres; además no podía faltar la coca el cigarro y el alcohol productos que servían para rendir culto a los apus y solicitar su autorización para sacar los bravos que estaban bajo su protección o también para chacchapar y gatipar, de cómo va salir la faena y en otros casos para mitigar el cansancio.

El grupo de arrieros empezaba su larga caminata a la puna, en grupos los veteranos hacia alarde de hazañas anteriores, los jóvenes inexpertos escuchaban atentamente el relato. Uno de ellos, el allegada al funcionario llevaba consigo el cordel del niño o la cuhsma del niño para que los animales bravos poseídos por el diablo se sometan ante el poder del niño y que su traslado sea más fácil con la ayuda del niño Jesús.

Al llegar a la puna lo primero que hacían era buscar un lugar seguro donde acampar y protegerse de la lluvia, el frio o de algún animal salvaje que en las noches oscuras puede hacer presas de ellos, luego se abastecían de leña para preparar sus alimentos o calentarse en las noches frías. La comisión cocina, preparaba su café o alguna comida caliente y empezaba el uchupacuy (refrigerio a base comida seca), terminado la cena los adultos empezaban a Gatipar (chacchar para ver donde se encontraba el animal y/o como les iba ir la faena el día siguiente), empezaba la tertulia nocturna, existía diferentes predicciones, unos decían que les iba ir bien la faena porque su coca y el cigarro les mostraba un buen augurio , en otras ocasiones algunos de ellos decía que su coca estaba amarga y eso era mal presagio, que algo iba salir mal o no les iba ir bien por lo que tenían que tener mucho cuidado con los accidentes, recomendaban tener precaución; Mientras esto sucedía los más jóvenes escuchaban y otros descansaban porque al día siguiente les esperaba una tarea muy difícil.

De madrugada comienzan los preparativos, los encargados de la cocina preparan el alimento para el desayuno (yahupa), que de hecho debe ser nutritivo, porque no se sabe si habrá almuerzo, todo dependía de cómo les iba en el recojo del toro bravo. Listo el yahupa ( alimento consistente en sopa de fideos o harina llamado lahuita, café, pan, carne, cancha), a yahupar se dicho porque estos alimentos tiene que proporcionarles las energías necesarias a las personas para resistir el cansancio, agotamiento resultado de esta actividad, o como el soportar el frio intenso de la puna. Todos consumían el yahupa, este momento era preciso para darse valor y escuchar los consejos de los expertos quienes haciendo alarde de su sapiencia hacían las recomendaciones sobre los peligros que se corre si uno no tiene las precauciones del caso y como prever los accidentes. Decían que tenían que correr duro, siempre estar atento, no se vayan separar mucho, tener cuidado al correr tras el animal, no se vayan desbarrancar. Todos se daban valor y se tomaban su caliche para quitar el miedo y aumentar su valor. Terminado el desayuno empezaba la odisea, los expertos, ubicaban los espacios y distribuyen a las personas en zonas estratégicas de la puna donde posiblemente se encontraba el bravo, que estaban siendo protegido por la madre naturaleza o ha sido escondido por los apus.

Todos se desplazaban haciendo bulla para asustar al animal, cada vez más cerrando el área, cuando de pronto con uno de estos movimientos, el animal salía despavorido de su escondite, al notar la presencia de los intrusos que habían invadió su querencia, alterando su tranquilidad. Una vez ubicado el astado, era asustado para que se dirija con una dirección donde fácilmente pueda ser atrapado o acorralado, allí empezaba la fiesta, el animal desconcertado corría mirando a todos lados buscando la protección de los abuilus o tratando de escabullirse de sus perseguidores, a las cuales los hombres sin darle tregua alguna le cerraban el pase, el animal seguía corriendo y tras él la muchedumbre, a veces en esta corredeadera se tropiezan, caen; se levantaban y seguen tras del animal asimilando el golpe de la caída. El animal corre cuesta arriba, cuesta abajo, o en la pampa, según la topografía del paisaje cual venado tratando de imponerse físicamente ante la multitud que lo persigue, motivado por el silbido del icho que le da fuerza o tal vez la voz del apu que le llama para esconderlo de sus captores. La gente corre con sus piedras en la mano para hacer retroceder al animal y que no se les escape, corren gritando:

chaypa chaypa, cutichiyamuy, carajo, corriya
Por allí por allí , hagan regresar, carajo corran
gehspin gehspin, saqmayamuy,
se escapa, tírenle piedra
ama cuyucuyayachu, shuhuayyama chaychu
no se muevan, esperen allí

Este trajín era todo el día, si la suerte estaba con ellos, el animal cansado,
fatigado se rendía y se arrinconaba en un lugar, simplemente esperaba que
alguien se le acercara para envestirle, saliendo con bravura a su encuentro y
cornearlo, luego volvía al lugar donde creía estar seguro; mientras esto sucedió
un grupo empezaba recoger las vacas mansas que pasaban por allí para
juntarlos con el bravo y que este se sienta más tranquilo, mucho mejor si en este
grupo de vacas había una que estaba en celo entonces el animal se dejaba
encantar por la feromona de la vaca en celo y junto con ella se dejaba trasladar.

En otras ocasiones era todo lo contrario, la suerte les jugaba mal a los arreadores, el animal en un pequeño descuido se metía a un bosquete o un matorral desapreciando sin dar señas de su existencia, es como si la tierra se lo hubiera tragado, era escondido por la naturaleza, estaba allí frente a los ojos de los que lo perseguían pero estos no los podían ver, se había mimetizado con la naturaleza. Cansado y de hambre la gente regresaba a su campamento a uchupacur (refrigerio seco), Empezaba la gatipada, luego a descansar para continuar el día siguiente con la faena.

Uno de estos recogedores de toros bravos cuenta que cierto día un bravo de la puna de cachichina justo se les había escapado, en una de esas persecuciones, solo observaron que se había metido en un bosquete de quenual y nunca más lo volvieron a ver a ese animal por ese día. Al día siguiente a tempranas horas cuando volvieron al lugar donde el animal se había perdido, grande fue la sorpresa, este animal se encontraba dentro de un rebaño de venados, junto a él se encontraba un venado macho con unos cuernos prominentes, ramificados lamiendo la frente del toro como despidiéndose, y diciéndole que tenía que venir a jugar y que no se preocupara porque le iban estar esperando; viendo esto el grupo de personas testigos se quedaron mudos, pasmados hasta que uno de ellos sacando fuerza desde lo profundo grito diciendo ¡ toro¡ ¡toro¡ e hizo reventar el chicote que tenía en la mano, a lo que los demás saliendo de su asombro en coro gritaban toro, toro, toro, el bravo, al escuchar el bullicio humano, salió corriendo dirigiéndose por el camino correcto que la muchedumbre quería que tomara el animal anteriormente, como diciéndoles vamos síganme.

EL TORO GATY (TRASLADO DE LOS TOROS DE LA PUNA).

El animal, rendido, sometido a la voluntad del hombre, aceptaba su traslado para cumplir esa misión que la naturaleza y la voluntad del hombre habían designado, cual era de venir a jugar a la plaza de toros en honor a la virgen del Rosario o tal vez en la fiesta de vivas toro. Los gatidores de toros alegres por el éxito que hasta ese momento significaba el haber atrapado al animal se alistaban para su traslado, para esto juntaba al bravo o bravos con los animales mansos de preferencia con vacas y el traslado sea fácil, ya que los bravos también tenían corazón y eran atraídas por las vaquillonas. Mientras esto sucedía en la puna un emisario se adelantaba para dar aviso al funcionario de tal éxito, al mismo tiempo comunicarle que de inmediato debe trasladarse la comisión de taripa, ya que la gente se encontraba cansado, sin provisiones y de hambre.

Según relato de algunos que han participado en estas faenas, cuando se trataba de traer los bravos de las punas de tayancocha, participaba la señora Santora Valencia, dueña de los bravos, quien se trasladaba a dicho lugar, a esas punas gélidas, montado en un caballo blanco y llevando consigo el manto del niño (cushma) y su cordel. Cuando ya los animales se encontraban en el corral de rodeo de la puna, ella se subía a la pared y con el cordel del niño les pasaba por las astas de los bravos como si estarían enlazándoles, diciéndoles:

Acu niñicuna puqllaramushun,
Vamos niños, vavos jugar
virgentahuan Niñuta cushirachimushu fiestancunachu.
a la virgen y al niño ay que alegrarles en su día.

Luego amarraba el cordel del niño en la parte trasera de su silla de montar, cabalgaba su caballo y venia delante, mientras con la capa del niño, de trecho trecho hacia movimientos como llamándoles a los toros, a lo que los toros bravos, como si fuera por arte de magia o algún don, venían como mansos detrás de la señora seguido por sus pastores y demás acompañantes. Cuando llegaba a plaza de toros, hacia un ingreso triunfal; entraba a la plaza de toros seguido de sus bravos animales, saludaba a las autoridades y público asistente, daban una vuelta en la plaza galopando con su caballo, recibiendo la ovación del público saliendo bajo la lluvia de aplausos.

Los gatidores, en la puna se preparan para la última faena que era el trasladar el bravo o los bravos. En huari al aviso del emisario el funcionario organizaba todo una recepción de los animales y de los voluntarios que habían ido a traer al bravo; organizaba el famoso taripa ( grupo de personas que les daban alcance con comida y/ o bebida), esta comisión tenía que trasladarse a un lugar estratégico del camino por donde tenía que pasar el animal, arreado por los héroes de la tauromaquia, quienes venían de hambre que les mordía el estómago y con sed que les secaba la garganta, pero triunfantes del logro de sus objetivos.

Se organiza el traslado del toro o toro gaty, sabían que no iba ser nada fácil, porque el camino a recorrer era agreste, con ciertos pendientes donde tenían que tener mucho cuidado con los animales porque en el afán de querer volver a su puna pude precipitarse al abismo perdiéndola la vida, si esto sucediera todo el sacrificio era en vano. Delante de todos doscientos metros o más se colocaba el repuntero o guía, quien tenía que venir primero con su chicote en mano o colgado del cuello y a cada cierta distancia reventar dando aviso que el animal está en camino y atrás tenía que venir la multitud.

Empieza el bullicio del traslado todos invocaban a la virgen del rosario al niño mañuquito para que les ayuda en este trajín. Empieza el loquerío, todos gritan ¡toro¡ toro, urapa, urapa churacaya, los bravos empiezan a correr al centro de las vacas mansas que traían de compañía para que los bravos se tranquilizaran y no intentaran volver a su puna. Agotados la mayoría masticaba coca que traían en forma de bola en la boca; insumo que les daba fuerza, valor para proseguir esta hazaña. Los taripas tenían que estar pendiente al aviso del repuntero quien con chicote en la mano corría delante a unos doscientos metros de distancia haciendo reventar su chicote gritando witiyay, witiyay (retírense retírense), así dando aviso a la población de la proximidad del bravo; al escuchar la gente que se encontraba cerca se tenía que proteger o esconderse para no alterar el traslado del bravo. Al escuchar el sonido del chicote los taripas (personas encargadas de dar alcance llevando provisiones), empezaban a servir la chica en varios potos colocándolo en fila haciendo lo mismo con los panes que llevaban para que nuestros valerosos gatidores (personas que arreaban los toros), de pasada sacien su sed y su hambre; porque en esta faena está prohibido pararse a tomar la chicha; estos gatidores al llegar al lugar donde los esperaban los taripas con los potos lleno de chicha, como se dice en el lenguaje criollo agarraban un poto de chica y se lo tomaban a la volada, luego cogían un pan y seguían tras del animal sin darle tregua a que este animal intentara volver a su puna.

Los curiosos que se habían apostado en todo la trayectoria agazapados cual lagartijas en las murallas o las tapias que existían esperaban impacientes el paso de estos animales. Aparece el repuntero gritándoles:

Witiyay, witiyay, piña shamun, pacacuya, cutisquinmanta, ama cuyucuyaycho. ( retírense, retírense, viene el bravo, escóndanse y no se muevan, que el toro puede regresar), diciéndoles pasa a la carrera, ya sea a caballo o a pie. Dicho esto a unos minutos después se escuchaba el tropel, el bullicio de la gente y por fin aparecían las siluetas de los ganados; los curiosos observaban en silencioso para no atraer la atención del ganado y de rato en rato comentaba.

Taga she taga barrosucha, ricay wuaqranta, pasepa wuaraqsapcha, achachauy. Upalla she upalla. Taga guppis. Tagayga mullutoro cosa, llulullaracha. Y seguían los comentarios en todo el camino, los animales pasaban cansados botando por la boca baba cual perro rabioso, por la bravura y la sed, de rato en rato motivados por la testosterona montaban a las hembras como enamorándolas, y atrás la gente venía agotado pero con la frente alta de su heroísmo.

En otras oportunidades los gatidores no tenían suerte, porque el destino les había jugaba mal en esa hazaña de recoger y trasladar este chúcaro animal, en el intento de escaparse de sus perseguidores, se desbarrancaba, muriendo o se fracturaba algún miembro, por lo que tenían que sacrificarlo; si esto sucedía todos se lamentaban de lo ocurrido y el ingreso lo hacían en horas de la noche cabizbajos, derrotados por no haber logrado traer el bravo y con las acémilas que llevaron las provisiones, trasladaban la carne del bravo, amarrando a la primera acémila la cabeza del animal, de ese animal que no se rindió ante el hombre y prefirió perder la vida, antes que someterse.

TORO TAPAKUY Y CHICUY (VELA Y ENCIERRO DEL TORO)

Los animales bravos que eran traídos de las diferentes punas no llegaban directa demente a la plaza de toros, sino que tenían que descansar en otro espacio cercano a la plaza de toros; para esto ya existían lugares elegidos, seguros que contaban agua y pasto, donde previamente se tenía que encerarlos a estos animales para que puedan descansar hasta el día siguiente sin la molestia de algún intruso o curiosos. A los animales que venían de tayancocha y cachichinan siempre se encerraba en las propiedades de la familia Oscar Bazán en huangan o de la señora Natalia Trujillo en cruz jircan; corrales seguros, amplios, donde los animales tenían que descansar y recuperarse y hacer una buena faena el día siguiente que era la corrida de toros.

Los animales eran encorralados y asegurados en los lugares escogidos para que descansen, luego los gatidores, dejando a un grupo para que cuiden y que no sean molestados por las personas que se dan cita para observarlos, se trasladaban a la casa del comisario o del capitán donde les esperaba alegre con un cena nutritiva para recuperar las fuerzas y una buena chicha para calmar la sed, en el momento de compartir la cena, empezaban el relato de las hazañas, las anécdotas sucedidas en el recojo y traslado de los toros, había risas, comentarios de algunas anécdotas que duraba algunas horas. Saciado el hambre y la sed, volvían al lugar donde se encontraban los bravos a cuidar toda la noche, para que no se escapara aprovechando la oscuridad de la noche o que sucediera algún imprevisto. Toda la noche la gente cuidaba al animal, no dormían, estaban en vigilia como si se trataría de un velorio; no tenía que faltarles un buen café caliente, coca, cigarro, su anisado o alcohol. Los cuidadores empezaban a chacchar y fumar su cigarro nacional, los más expertos en el cigarro y la hojita verde de la coca hacían sus vaticinios de las cosas que iba suceder el día siguiente, decían algunos que el toro va hacer una buena corrida y que el animal les iba hacer quedar bien; otros indicaban que a alguien le iba coger el toro y que hay que tener mucho cuidado y así seguían comentando toda la noche.

Al día siguiente, venia el desayuno para los que habían amanecido cuidando a los bravos, les servían un buen caldo de cabeza con su café y panes o un nutritivo casqui con bastante huevo y hierbas. Aun la faena no ha terminado por lo que hay que alimentarlos bien, la faena termina cuando los bravos se encuentra en la plaza de toros en el chicu ( corral construido al costado de la plaza de toros donde los animales esperan su orden de lidia).

Mientras tanto el comisario se encontraba ajetreado en sus qué haceres, como supervisar el tejido barreras en la plaza de toros, coordinar con la comisión cocina para cumplir con el agasajo de sus invitados, y otras que son parte de esta actividad. Nuestros amigos anónimos tienen que terminar con su misión de dejar el toro en la plaza de toros listo para ser lidiado. Empiezan el movimiento y la bulla juntando a los bravos con las vacas mansas que se encontraban desparramadas en el corral de descanso, nadie podía entrar por temor que el bravo los atacara, si entraban tenían que siempre buscar un lugar de protección. El toro de rato en rato se separa y ataca a sus enemigos, luego regresa y se protege con las vacas, este hecho ocurre varios minutos y a veces hasta horas hasta que otra vez el hombre lo domina, en algunos casos el animal no quiere salir del corral por lo que utilizando dos cabresto se enlazaban por los cuernos al animal, para que un grupo lo jale y otro grupo de atrás lo frene y así no ser corneados por este bravo.

El grupo de animales, salen del corral y son trasladados a la plaza de toros, recorren las calles de la ciudad como en los encierros de pamplona en España, se producen las cierra puertas de algunas tiendas que atendían o de alguna vivienda que estaba abierta; el público observa de los balcones al toro bravo que pasa galopando arreado por los gatidores a la que se integran otros jóvenes contagiados por la hazaña; la multitud que se ha dado cita haciendo bulla hacen llegar al coso de toros a los animales, terminando con esto la labor de nuestros veteranos sacadores de toros, entregando dichos animales a otra comisión que será la encargada de hacer lidiar a los toros.

BARRERA AURI (TEJIDO DE LAS BARRERAS Y ACONDICIONAMIENTO DE LA PLAZA DE TOROS).

La plaza de toros, espacio donde se van lidiar a estos bravos, es previamente acondicionado en horas de la mañana, para esta actividad, se elige un espacio amplio que puede ser la plaza de la comunidad, un campo deportivo o un terreno baldío, que reúne las condiciones para llevarse a cabo este espectáculo. Los funcionario responsable de realizar esta actividad, tienen que hacer construir las famosas barreras forma de un cuadrilátero, que consisten en plantar maderas gruesas de dos a tres metros de altura, a una distancia de tres metros aproximadamente, en ellas atan maderas largas en forma vertical utilizando sogas gruesas para que al salir los toros no se escapen, y sirven de protección a los asistentes que se trepan para observar la corrida.

En sus inicios las barreras eras contruidas por las comunidades de yacya, acopalca, los caserios pariaucro, ampas, a quienes con meses de anticipación el suprefecto de la provincia les remitía un documento a los agentes municipales y/o tenientes gobernadores para que bajo responsabilidad hicieran la construcción de la barrera por dicha ocasión , a la que los comuneros guiados por su autoridad se daban cita a tempranas horas, cargando sus maderas, herramientas de trabajo, y otros aditivos que se utilizaban en esta construcción. Esta costumbre se fue perdiendo hasta que en los últimos años antes que se construirá el coliseo multiuso, recaía esta construcción en las familias, o un grupo humano quienes concurrían a la corrida, quienes con días de anticipación marcaban o señalaban su espacio con este fin. Cualquiera sea la modalidad, pero se tenía que tejer la barrera.

Los funcionarios ni Los aficionados duermen esa noche pensando en la tarde taurina, los fiestayoq (responsable de hacer la corrida), preocupados de cómo les saldrá la corrida , el toro será bueno o malo hará buena faena o no, por otra parte los aficionado esperando el momento de gozar de la tarde taurina viendo a estos animales que dios les ha dado la naturaleza de ser bravos y que tienen que jugar bien o de lo contrario se quedaran en huari para ser sacrificados para ser consumidos en un buen plato de bistec. Todos se encomiendan ante la virgen y el niño para que toda salga bien.

Llega el día esperado tanto para el funcionario como para la afición. Se observa movimiento por todos lados, se ve gente correr de un lado a otro, los comuneros de parihucro, yacya, ampas, Acopalca a tempranas horas trasladan maderas de diferentes tamaños, liderados por el agente municipal hacia el lugar donde se va realizar esta actividad, ubican la parte del terreno que les corresponde y empiezan tejer la barrera haciendo competencia con los otros grupos, porque ellos eran los responsables de garantizar el espectáculo. Trasladan maderas largas, cortas, sogas de diferentes tamaños y grosor, ubican el espacio y empiezan la faena del armado de la barrera; cada comunidad tiene como obligación tejer un espacio determinado del cuadrilátero, otros eran responsables de tejer el toril o chicu, lugar donde se deben encerrar a los bravos para que salgan a jugar. Empieza la faena en una competencia sana, para animar la competencia empiezan a servir la chica con alcohol que es ofrecido por los funcionarios de la fiesta, chicha va chicha viene los tejedores de la barrera empieza a afiebrarse, soltando de rato en rato palabras un poco fuertes y algunos casos alentadores y en otros casos ofensivos que termina con pugilatos entre los mismos comuneros o miembros de otra comunidad lo que son apaciguados por los jefes. El trabajo era arduo, para calmar la sed primero, darse valor pasa la botella de alcohol y los potos de chicha que les da más fuerza y sigue el trabajo; por fin concluyen la barrera, dejan a uno o dos comuneros para que cuiden la barrera quienes provistos de bastones cuidan la barrera para que no se roben las sogas o se trepen algún adolecente sobre ella, mientras tanto los demás comuneros con su dirigente a la cabeza se trasladan a la casa de los comisarios o del capitán, para poner en conocimiento que la barrera está construida, la que son agasajados con panes, biscochos, chicha y alcohol y en algunos casos con un desayuno que con todo derecho se lo han ganado por haber tejido. No solo visitan a un funcionario sino a todos, también en este grupo ya se unen otros miembros de la comunidad como las mujeres y niños haciendo causa común y obligándoles que se merecen ser atendidos, en caso de incumplimiento de los funcionarios amenazándolos con regresar a la plaza a desatar la barrera. Los funcionarios los reciben y a cada uno que porta su botella se los llena de alcohol, les dan chicha, panes y su almuerzo, reciben alegres regresando a la plaza de toros a continuar libando; posiblemente entre uno de ellos por el efecto del alcohol ya se esté forjando un torero, quien por los efectos del alcohol se atreverá a torera al animal bravo.

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